Los caminos por los que Dios guía a su pueblo, a menudo toman rumbos inesperados. Sin embargo, la Hermana Elizabeth Baumgartner, nunca imaginó el giro que daría suvida: pasar del servicio activo en la fuerza naval de USA a ser esposa de Cristo en una vida de oración.
La hermana Elizabeth realizó sus votos solemnes y consagró su vida a Dios como la más nueva monja benedictina profesada solemnemente en la Abadía de St Walburga el 6 de noviembre de 2016 recién pasado.
Antes de entrar en el monasterio en agosto de 2008, pasó 15 años en servicio militar activo como oficial naval – siete años como oficial de comunicaciones y ocho años como oficial de criptología (disciplina científica que se dedica al estudio de la escritura secreta debido a los problemas de seguridad que traen las telecomunicaciones n.d.t). Ella sirvió tanto en tierra como en los barcos, y viajó alrededor del mundo a través de su carrera.
Ahora, pasará el resto de sus días en la tierra sirviendo al Señor, a la Iglesia y a la comunidad.
“Ruego que yo … (traiga) a Cristo a los que me rodean”, comentó hermana Elizabeth al periódico de la arquidiócesis de Denver, El Pueblo Católico, que ha presentado su testimonio; y agregó... “Ser una fiel monja benedictina, preservando la ‘escuela del servicio del Señor’ todos los días de mi vida”.
Bautizada como Judith, ella nació y creció en Denver y es la mayor de siete hijos. Asistió a escuelas públicas desde el jardín de infantes hasta el quinto grado, y a la recién cerrada escuela de St. Louis en Englewood en sus años de escuela secundaria. Se graduó de la Academia St. Mary en Englewood en 1988, y asistió a U.S. Naval Academy en Annapolis, Md. Fue comisionada como alférez de navío después de su graduación en 1992.
Mientras estuvo en la academia naval, la Hermana Elizabeth asistía a Misa diariamente, mientras su horario se lo permitía. Ella era activa en la comunidad católica en cada base a la cual era asignada mientras que estuvo en servicio activo, y continuó asistiendo a Misa regularmente. Un día, mientras rezaba en la capilla católica en su primer lugar de trabajo en Nápoles, Italia, la idea de convertirse en una monja se arraigó en su mente.
“Estaba un poco sorprendida porque nunca antes había pensado en una vocación a la vida religiosa y, además, acababa de comenzar mi carrera naval y estaba disfrutando mucho”, comenta, precisando eso sí que... “No presté mucha atención al pensamiento y continué con mi vida. Durante los próximos diez años, la idea de la vida religiosa apareció en varias ocasiones”.
Después de pasar nueve años en el extranjero, la hermana Elizabeth se estableció en Maryland en 2001. Durante este tiempo, el deseo de una vocación a la vida religiosa se hizo muy fuerte, dice, y decidió que tenía que hacer algo al respecto. Se puso en contacto con un sacerdote en el área que conocía, quien la puso en contacto con un director espiritual y con algunas hermanas de la zona.
Fue trasladada de regreso a Nápoles en 2004 – su primera asignación, que también sería la última – y dejó de buscar activamente la vida religiosa debido a que estaba en el extranjero de nuevo. Un día después de Misa, algo inesperado sucedió...
Comenzó a pasar tiempo con las monjas benedictinas, y se encontró cada vez más atraída por la vida monástica.
“Después de mucha oración y consulta con mi director espiritual, decidí presentar mi petición de renunciar a mi comisión de servicio activo en la Armada de los Estados Unidos para buscar activamente una vocación a la vida religiosa”, dijo.
Acordó entrar a la Abadía de St. Walburga en su estado natal de Colorado y después de su dimisión a la Armada en septiembre de 2007, entró en el monasterio en agosto de 2008. Hizo su primera profesión de votos monásticos el 24 de junio de 2011 e hizo sus votos solemnes el pasado 6 de noviembre de 2016.
Recibió su nombre religioso, Elizabeth, cuando hizo sus primeros votos, y fue muy adecuado que la fecha fuese justamente en la solemnidad de la Natividad de San Juan Bautista. Así lo destaca ella misma al finalizar su testimonio...
“Mi patrona es Santa Isabel, madre de San Juan Bautista, así que fue muy hermoso que la abadesa eligiera la solemnidad de la Natividad de San Juan Bautista como la fecha de mi primera profesión de votos monásticos”.