La Síndone (Sábana Santa) que se conserva cuidadosamente en la Catedral de San Juan Bautista en la septentrional ciudad italiana de Turín, ha estado constantemente envuelta en el escándalo y la contradicción a lo largo de su accidentada y tormentosa historia. Ha sufrido incendios, saqueos, robos y persecuciones. Han tratado de destruirla y ha sido venerada y reverenciada en la misma capital del Imperio Romano de Oriente. Ha pertenecido a Reyes, caballeros y Duques, hasta llegar finalmente a posesión de la Iglesia Católica en el año de 1983.
La Sábana Santa o Lienzo de Turín o Síndone es, según la tradición, el lienzo mortuorio que cubrió el cuerpo muerto de Jesús de Nazaret quien, según sus discípulos, resucitó el domingo de Pascua, recobrando la vida por su propio poder. Para muchos, esta tela es sólo una más de las muchas reliquias con que la Iglesia Católica pretende mantener y promover la creencia en el origen divino de Cristo. Para los cristianos, esta tela -si fuera auténtica- sería la máxima reliquia de su religión, pues envuelto en ella, su Salvador resucitó a la vida Gloriosa prometida para todos los que cumplan la voluntad de Su Padre.
La Síndone ha sido acusada en varias ocasiones de ser un fraude, una superchería, que, en el mejor de los casos, pretende mañosamente exaltar la piedad popular con la mejor intención de acercar a los creyentes a Dios. Para la Iglesia, la Síndone no es un dogma de fe, se puede libremente creer o no en su autenticidad, pero desde luego que en forma invariable Papas, Obispos y sacerdotes han promovido su veneración.
Los Papas con regularidad se han expresado favorablemente sobre ella como “algo” que debe conducirnos a su dueño, es decir a Cristo. ¿Cuál es la realidad? ¿Se trata realmente de una superchería o hay elementos que nos permitan considerar que es auténtica?
Presentaremos en forma resumida los principales argumentos en ambas direcciones para que los lectores se formen su opinión.
La Síndone
La “Sábana Santa”, es una tela de lino que mide 4.40m de largo por 1.10m de ancho, que, de acuerdo a la tradición cristiana, es el lienzo en que fue envuelto el cuerpo muerto de Jesús de Nazaret cuando fue depositado en la tumba, después de bajarlo de la Cruz.
A lo largo de su extensión se observan las improntas frontal y dorsal de una figura humana cabeza con cabeza. En estas se aprecia un cuerpo cruelmente torturado, con lo que parecen ser todos los detalles que narran los evangelios sobre la pasión y muerte de Cristo.
La figura nos muestra a un hombre desnudo, con los brazos cruzados y unidos por las manos a la altura del pubis. Tiene múltiples manchas obscuras que parecen sangre. La parte superior de la cabeza y la nuca presentan abundantes hemorragias, el cartílago nasal está roto. Tanto la parte dorsal como la frontal están cubiertas con más de 600 pequeñas heridas que parecen ser el producto de una flagelación brutal -más de 120 golpes de flagelo- con dos instrumentos idénticos a los usados por los romanos. Su hombro derecho está severamente lastimado indicando que cargó un objeto pesado sobre él.
Sus muñecas y pies presentan lesiones y hemorragias que corresponden a la crucifixión romana y tiene perforado el costado derecho por un objeto del tamaño y forma de las lanzas usadas por el ejército romano.
Todas estas características nos remiten inmediatamente a lo que los evangelios relatan sobre la Pasión y muerte de Jesús de Nazareth, por lo que este examen superficial fortalece la creencia de que se trata del lienzo mortuorio que José de Arimatea adquirió para la sepultura del cuerpo de su maestro.
La tela del escándalo: el fraude
Sin embargo, a lo largo de los últimos siete siglos ha habido varias acusaciones de que la Sábana Santa es una falsificación. El obispo de la Ciudad de Troyes (Francia), a mediados del siglo XIV le escribió al Papa que él (el Obispo) conocía al pintor, aunque nunca mencionó el nombre del supuesto falsario. En estudios recientes, un experto en microanálisis, Walter McCrone afirmó, después de analizar al microscopio fibras de la Sábana Santa, que no había presencia de sangre en la tela (Mccrone, Walter C. Judgment Day for the Turin Shroud. Microscope Publications, 1997). En su lugar encontró óxido de hierro, que de acuerdo a sus estudios eran los residuos de dos pigmentos: rojo ocre y bermellón, que ya se conocían en la edad media. De acuerdo a esto, la imagen había sido pintada y después lavada de modo que sólo habían quedado los remanentes de esos pigmentos.
Sin embargo, el embate más fuerte contra la autenticidad del lienzo ocurrió el 13 de octubre de 1988. Ese día, en una conferencia de prensa, el Dr. Michael Tite, Director del Museo Británico en ese entonces, dio a conocer el resultado de la prueba del Carbono-14 practicada a la Sábana Santa. De acuerdo a los resultados de los tres laboratorios que habían realizado el fechamiento en forma independiente, el lino del cual había sido tejido el Lienzo de Turín había sido cosechado entre el año 1260 y el 1390 de nuestra era, por lo tanto, no podía tratarse del lienzo mortuorio de Cristo. Este episodio fue calificado por muchos como la firma del “Acta de Defunción de la Sábana Santa”.
En esa misma conferencia de prensa, el Dr. E. Hall, miembro del mismo equipo dijo que “después de este resultado seguir creyendo en la Sábana Santa es como creer que la Tierra es plana”. Afirmación por demás aventurada para un científico. Los científicos rara vez se atreven a hacer afirmaciones tan contundentes pues saben que están expuestos a ser desmentidos tarde o temprano por un nuevo resultado.
Para la ciencia no existen verdades absolutas, y en este terreno nadie puede alardear de tener “la última verdad”. Esta afirmación del Dr. Hall manifiesta más bien esa actitud preconcebida con que mucha gente –creyente o escéptica- se acerca a la Sábana Santa: con el prejuicio de que ésta es verdadera o falsa, y sólo pretende estudiarla para buscar ‘pruebas’ que apoyen su pre-juicio.
A grandes rasgos estos son los principales argumentos científicos contra la autenticidad. Desde luego existen otros en el campo de la historia, pues hay largos periodos en los cuales se desconoce el posible paradero de la tela, pero en este trabajo nos concretaremos a las llamadas “ciencias duras”, esto es: a aquellas afirmaciones que pueden ser sometidas a comprobación por nuestros instrumentos científicos y técnicos y comprobadas o refutadas por diversos grupos de investigación.
¿Testigo de la Resurrección?
Este título obedece al hecho de que si la tela es auténtica, entonces, independientemente de que se crea o no en la resurrección de Jesús, sería la tela que estaba en contacto con su cuerpo en el momento en que, de acuerdo a los cristianos, el Maestro volvió a la vida.
Voy a dividir el tema en varios subtemas, pues existen muchos indicios que apoyan la autenticidad…
Medicina
Alrededor de los años treinta del pasado siglo el Dr. Pierre Barbet, médico forense francés realizó una serie de estudios sobre cadáveres. De acuerdo a sus estudios, la impronta en la Síndone es clínicamente exacta. Representa el cuerpo de una persona realmente crucificada, las huellas de los clavos están en el “espacio libre de Destot”, un pequeño espacio entre los huesos de la muñeca por donde puede penetrar un clavo del tamaño usado por los romanos y quedar perfectamente anclado. Los ligamentos de esos huesos proporcionan un soporte suficiente para resistir tracciones de hasta 100 kilogramos, lo que no sería posible si los clavos estuvieran en la palma de la mano.
Además, al atravesar ese lugar con un clavo, se lesiona el nervio mediano obligando al pulgar a retraerse sobre la palma de la mano, lo mismo que ocurre en la imagen del hombre de la Síndone.
El Dr. Barbet y muchos otros médicos italianos, americanos y de otras nacionalidades analizaron detalladamente las huellas de las heridas sin encontrar un solo caso de discordancia con lo que relatan los evangelios, antes bien: en aquellos casos en que los evangelios son sumamente escuetos, la imagen sindónica complementa perfectamente lo que debió haber sido (Barbet, Pierre. La Pasión de Nuestro Señor Jesucristo Vista por un Cirujano. Ediciones Promesa, México).
Es importante notar que las heridas y los flujos de sangre son clínicamente exactos, incluso la salida por el costado derecho de un líquido oscuro (sangre) y uno claro (suero) está perfectamente explicado por la efusión de sangre y derrame pericárdico que debió haber ocurrido al atravesar el costado del crucificado una vez muerto. Era imposible para un supuesto falsario en la edad media crear una imagen con esa perfección fisiopatológica muchos siglos antes de que se descubriera la circulación de la sangre y otros múltiples detalles forenses presentes en la imagen y que sólo pudieron ser explicados por la medicina de los últimos siglos.
En este mismo rubro mencionaremos las pruebas realizadas en 1978 por el “Equipo de Investigación del Lienzo de Turín” (Sturp, por sus siglas en inglés/ Stevenson, K.L. y Habermas, G.R., Dictamen Sobre la Sábana de Cristo. Editorial Planeta, México, 1983). Contrariamente a lo expresado por McCrone de que no hay sangre en la tela, los Drs. John Heller y Allan Adler identificaron positivamente, por técnicas de fluorescencia ultravioleta, la presencia de restos de hemoglobina, porfirina y suero en las diversas heridas del hombre de la Sábana. Posteriormente el Dr. Baima Bollone, médico italiano, logró realizar las pruebas forenses que dieron resultados positivos para sangre humana tipo AB. Unos años después se pudo determinar el pH de la sangre el cual resultó ser sumamente ácido (pH=5) indicando que el hombre padecía una muy elevada carencia de oxígeno, lo que concuerda con el suplicio de la cruz, pues la muerte se producía por asfixia. Estos resultados fueron publicados en las revistas especializadas de medicina con revisión de árbitros internacionales, a diferencia de las afirmaciones del Dr. McCrone cuyos resultados sólo los publicó en la revista “The Microscope” que él mismo edita.
Arqueología
En este apartado mencionaremos lo que se sabe sobre la tela. ¿Se trata de un tejido del siglo I? Los estudios han llevado varias direcciones. En primer lugar la Síndone está tejida en lo que se conoce como “Sarga de tres” o “espiga”. Los expertos textiles nos dicen que esta forma de tejer era común en tiempos de Cristo. Pero lo más importante fue que el Dr. Gilbert Raes, experto Belga, analizando al microscopio las fibras del tejido encontró rastros de algodón. Esto le sorprendió pues el algodón no se cosecha en Europa hasta muy recientemente, en Europa se cosecha lana desde hace muchos siglos, y no encontró los menores restos de lana y sí en cambio abundantes restos de algodón. Esto lo llevó a afirmar “Esta tela fue tejida en un telar del Medio Oriente que además de lino, tejía algodón”.
Paralelamente, el Dr. Max Frei, criminólogo Suizo y experto de la interpol (encargado en los setenta de investigar el asesinato del Secretario General de las Naciones Unidas Dag Hamarskjold) fue autorizado en 1973 a retirar muestras de las pequeñas partículas que había entre las fibras de la Síndone. El Dr. Frei, quién era agnóstico y además experto en Palinología (estudio de los Pólenes), tenía acceso a los catálogos de toda Europa. En sus cintas identificó 58 especies de polen diferentes; de éstas, poco más de la mitad correspondían a plantas europeas de los lugares donde se sabe que ha estado la Síndone desde 1356: Lirey, Chambery, Turín, Monte Vérgine, etc. Pero el resto no aparecía en sus catálogos. Ampliando su búsqueda identificó algunos otros como provenientes de plantas de la región de Constantinopla y del norte de Turquía, y gran cantidad de estas partículas correspondían a plantas de la región de Palestina. Estos estudios han sido continuados recientemente por dos científicos Israelíes, los Drs. Uri Baruch y Avinoam Danin (Danin, A., Whanger, U. Baruch y Whanger, M. Flora of the Shroud Of Turin. Missouri Botanical Garden press, St Louis (Missouri), 1999) y dos Sindonólogos americanos, quienes han confirmado y completado los estudios de Frei. Ellos han confirmado la presencia en cantidades apreciables de polen de plantas que sólo existen en la región de Jerusalén, que son transportadas por los insectos y que florecen durante el inicio de la primavera, coincidiendo con la celebración de la Pascua Judía. Particularmente, el polen más abundante corresponde a la planta Gundelia Tourneforti, una planta espinosa de Palestina. Esto los llevó a ratificar que la Síndone proviene de la región de Jerusalén.
Otro estudio en esta dirección fue realizado por el Sacerdote Jesuita Americano Francis Filas. El P. Filas identificó, después de un estudio detectivesco, que sobre el ojo derecho del hombre de la Síndone se había colocado una moneda, costumbre frecuente entre los Judíos para evitar que el cadáver abriera los párpados como resultado de algún movimiento reflejo. Logró identificar positivamente la moneda como un Leptón Romano, emitido por Poncio Pilato en el año 28 que contenía la leyenda tibepiou kaicapoc (Tiberio Cesar). Estas monedas fueron destruidas en el año 37 al morir Tiberio y sucederlo Calígula. De acuerdo a los arqueólogos, esto le pone fecha y lugar a la sepultura del hombre de la Síndone: la región gobernada por Poncio Pilato, en algún momento entre el año 28 y el año 37 de nuestra era.
La imagen
Sobre este punto es en el que se han hecho más estudios. Es sumamente difícil tratar de resumirlos. Quiero dejar sentado en este punto que lo que voy a afirmar está respaldado por trabajos científicos publicados en las revistas arbitradas especializadas, y la brevedad es resultado de lo limitado del espacio.
En primer lugar podemos afirmar enfáticamente que, contra lo dicho por McCrone y algún otro: la imagen no es una pintura. En la tela hay dos imágenes diferentes: la primera está formada por las huellas de sangre que impregnaron el tejido, y posteriormente se grabó la impronta del cuerpo.
Esto se puso de manifiesto cuando se le tomó la primera fotografía en 1898. En esa ocasión se descubrió que la impronta del cuerpo está grabada en la tela en negativo, mientras que la sangre está en positivo, como es natural. Esto provoca que al contemplar el negativo fotográfico la imagen del cuerpo aparece en positivo, como si estuviéramos viendo a la persona al natural. Mientras que las imágenes de sangre aparecen blancas como corresponde a una imagen negativa de un objeto oscuro.
Los mayores esfuerzos del equipo Sturp en 1978 se dedicaron a describir la imagen y tratar de detectar e identificar mediante qué proceso se había transferido a la tela. Se analizaron químicamente las fibras y las fibrillas, se tomaron fotografías con aumentos hasta de 200 veces, se extrajeron fibrillas para someterlas a diversos tipos de solventes orgánicos e inorgánicos, se usó radiación infrarroja y ultravioleta directa y con iluminación lateral para detectar cualquier tipo de material superficial añadido a la tela, pigmentos, ácidos, tintes, polvos, bases, anilinas, etc. El resultado fue que la imagen es totalmente superficial, no penetra siquiera el grueso de una fibra, es estable al agua y al calor, no tiene direccionalidad, no hay la más mínima evidencia de flujo capilar, es sumamente tenue, lo que hace que solo se pueda ver con cierta claridad a una distancia sobre medio metro, pero no hay la menor evidencia de algún material añadido a la tela. Las fibrillas que contienen imagen sufrieron un proceso químico de oxidación y conjugación que las deshidrató y esto hace que reflejen ligeramente más el color amarillo del espectro y por eso presenta ese tono sepia ligero.
Las características de negatividad, superficialidad y no-direccionalidad (las fibras con imagen están orientadas en todas las direcciones), y el hecho de que junto a fibras con imagen hay fibras sin imagen los llevó a concluir que es imposible producir esta imagen por un proceso de coordinación ojo-cerebro-mano. La imagen presenta algunas características similares a una chamuscadura, sin embargo, las quemaduras térmicas presentan fluorescencia al ultravioleta, lo que no ocurre con la impronta sindónica.
Pero lo que más sorprendió a los científicos es que la imagen tiene información tridimensional codificada producida por un mecanismo de formación a distancia. Hay muchas partes de la tela que no estaban en contacto con el cuerpo y tienen imagen. Esto les permitió a los Drs. John Jackson y Eric Jumper, que además trabajaban para la NASA, el poder realizar una estatua del hombre de la Síndone de bulto.
Al resumir sus resultados, los científicos descartaron diversas hipótesis: No se trata de una imagen producida por contacto, ni por vapores. No es una pintura, no es una imagen térmica. Finalmente, la única hipótesis que de algún modo podía explicar todas las características sería la de una radiación. Sin embargo, como ellos mismos reconocen, esta hipótesis parece descabellada. Los cadáveres no emiten radiaciones capaces de grabar una imagen en tela. Los Drs. Stevenson y Habermas, en su libro reconocen: “Hasta hoy los científicos han fallado en la tarea de encontrar una explicación completamente natural a la imagen del hombre que fue envuelto en la Sábana Santa”.
¿Y el carbono 14?
¿Qué pasó entonces con los resultados del Carbono-14? La prueba del Carbono-14 (C-14) se basa en el hecho de que todos los seres vivos tenemos Carbono. El Carbono normal se conoce como Carbono-12, pues su núcleo tiene 6 protones y seis neutrones, pero hay un Carbono-14 que tiene 6 protones, pero ocho neutrones. A lo largo de cada 5730 años, la mitad de este Carbono 14, espontáneamente se va transformando en nitrógeno. Por este medio se puede saber hace cuanto murió un ser vivo, midiendo cuanto C-14 tiene y haciendo una estimación de cuanto tenía al momento de morir. Pero para que el método sea más o menos aproximado se requieren dos cosas:
1) saber cuánto C-14 tenía al morir y
2) que no se haya alterado el contenido de C-14 después de muerto.
En el caso del lino del que fue tejida la Sábana Santa, sabemos aproximadamente cuanto C-14 tiene el Lino, pero lo que no sabemos es cuanta contaminación tiene y si se ha alterado el C-14 a lo largo de su historia.
Después de la prueba realizada en 1988 se descubrió que la Síndone está contaminada con hongos y bacterias que se han ido reproduciendo y que no fueron eliminados antes de la prueba. Además un científico soviético, ganador del Premio Científico “Lenin”, descubrió que las telas de lino, sujetas a temperaturas muy elevadas como la del incendio que sufrió la Sábana Santa en 1532, cuando se conservaba en la ciudad de Chambery en el sur de Francia, sufren intercambios de carbono con la atmósfera del incendio, cargada de carbono, y se enriquecen de carbono-14. Estos descubrimientos permiten afirmar objetivamente que la prueba del C-14 de 1988 tuvo serios defectos y que sus resultados son muy cuestionables a la luz de los conocimientos actuales.
La Resurrección
Pero los problemas no terminan ahí. Existen otras características de la impronta sindónica que los científicos prefieren ver de perfil. Son como indicios, como flechas que apuntan a hechos más allá del alcance de la ciencia. ¿A que nos referimos?
Los médicos forenses nos dicen primeramente que las imágenes frontal y dorsal corresponden perfectamente al hecho de que la tela envolvió un cuerpo por ambos lados pues las posiciones delanteras corresponden perfectamente con las correspondientes verticales en la espalda: cabeza con cráneo, pecho con espalda, antebrazos delanteros y traseros, piernas, rodillas, etc., esto, afirman, sería imposible hacerlo si las dos imágenes hubieran sido creadas por separado.
Por otro lado ¿Cómo explicar que la intensidad de las imágenes frontal y dorsal sean idénticas? En forma natural la imagen dorsal debía ser mucho más intensa pues sobre esa parte descansaba el peso del cuerpo.
¿Y cómo explicar que la imagen dorsal no esté aplanada? Naturalmente los hombros, la región glútea y las pantorrillas debían haberse aplastado sensiblemente como ocurre con todos los cadáveres, y sin embargo la imagen muestra un cuerpo que parece tener “tono muscular”, como si estuviera vivo y de pie, pero la huella de los pies no deja dudas de que el cuerpo se encontraba en posición horizontal.
Igual de desconcertante es la imagen del rostro. El cabello cae en forma natural como si el cuerpo estuviera de pie, ¡pero sabemos que no era así! ¿Se puede arreglar una cabellera larga para dar ese efecto? Todo parece indicar que no, o al menos no sabemos cómo hacerlo.
Esto ha llevado a insinuar que el cuerpo de Jesús estaba levitando cuando se grabó la imagen. ¿Pero los cadáveres levitan?
Otro aspecto extraño descrito por los forenses se refiere a las huellas de las heridas. Las formas de los coágulos están intactas sobre las heridas, como si siguieran en contacto con ellas. Los forenses dicen que no hay forma de explicar cómo se separó la tela de la herida sin romper la forma del coágulo. Por más cuidado que se tenga al realizar esa separación, es prácticamente imposible no romper el coágulo.
Finalmente, los científicos se negaron a aceptar como válida la hipótesis de la radiación para explicar el mecanismo de transferencia de la imagen a la tela por considerarla no-científica, sin embargo, recientemente se han acumulado las evidencias físicas de que sí hubo una radiación involucrada.
En la imagen de la mano, al observar con detenimiento los nudillos se ha descubierto la imagen del pulgar que se encuentra doblado bajo la palma de la mano. Por técnicas de luz polarizada se han observado las falanges de los dedos y las raíces de algunos de los dientes en la mandíbula. Estas imágenes están ahí, no hay duda de ello, pueden ser corroboradas. ¿Cómo explicarlas si no es por una radiación? Estos resultados nos llevan a concluir que sí hubo una radiación involucrada, lo que queda pendiente es ¿qué tipo de radiación?, ¿de dónde provino?, ¿cómo explicarla?
Los teólogos tienen una respuesta. De los textos de los Evangelios y de las Cartas de San Pablo se deducen las características de los cuerpos gloriosos resucitados. Según esto, el Cuerpo de Cristo resucitado es ya inmune a la gravedad, tiene una luminosidad que proviene del alma, ya no está sujeta a la muerte ni a las experiencias negativas y se puede mover con la velocidad que el alma desea y la materia le permite. Estas características podrían explicar lo que en este momento no tiene explicación, pero están más allá del campo de la ciencia.
Conclusiones
Haciendo un balance sereno y objetivo de los elementos de que se dispone, la conclusión principal de todos los estudios es que es mucho más probable que la Síndone sea auténtica a que sea falsa. Para que sea una falsificación se requeriría casi de un super genio que en el siglo XIII ya supiera sobre la circulación de la sangre, que conociera el concepto de negatividad ¡y fuera capaz de realizarlo!, que hubiera tomado las precauciones de conseguir una tela del medio oriente, con polen de plantas de esa región, y hasta traer un leptón de los emitidos por Poncio Pilato. Por otro lado, ¿que podría buscar un falsario creando una imagen tan complicada, que ni siquiera con la técnica actual se puede reproducir?
¿Una imagen tan fuera de los cánones artísticos, no sólo de la edad media, sino de toda la historia contemporánea? ¿Cómo hacerlo sin pigmentos? ¿Cómo crear una imagen tridimensional? ¿Cómo conseguir esa perfección anatómica, fisiológica y forense? ¿Cómo lograr esa impresión de un cuerpo en posición horizontal e ingrávido? Y la pregunta clave:
¿Qué habría pretendido con esto? ¿Juntar dinero? Era mucho más sencillo con imágenes tradicionales. ¿Engañar? ¿A quién? ¿Para qué?
La hipótesis de la creación de la Sábana Santa en el siglo XIII genera muchas más preguntas sin respuesta o con imposibilidades históricas o técnicas, que la hipótesis de la autenticidad.
En el siglo I, en Palestina tenemos un hecho y una persona que reúne todas las características marcadas en la Síndone. Alguien de quien se dice que se la pasó haciendo milagros, curando paralíticos y resucitando muertos, y que además se decía era el Hijo de Dios. Un personaje suficientemente sorprendente como para ser sepultado y dejar una huella tan desconcertante.
La Sábana Santa es inexplicable si proviene de la Europa del siglo XIII, en cambio sí tiene una explicación si proviene de la Palestina del siglo I, gobernada por Poncio Pilato.
Finalmente: ¿A quién envolvió este lienzo? La razón, no la fe, nos dice que a Jesús de Nazareth. Todas las características de la imagen, descritas por la ciencia del siglo XX coinciden punto por punto con lo que los evangelios narran sobre la pasión y muerte de Jesús de Nazareth, no sobra ni falta nada, a pesar de que los escépticos han buscado afanosamente encontrar alguna contradicción entre la Síndone, la historia y los Evangelios. Por otro lado, las diversas ciencias que se han acercado a la Síndone nos confirman que proviene de la región de Palestina gobernada por Poncio Pilato, en algún momento entre el año 28 y el año 37. Todas las evidencias apuntan hacia el mismo lugar.
Jesús de Nazareth es el único personaje histórico que conocemos que pudo ser envuelto en el Lienzo de Turín. Sólo de Él sabemos que sufrió todos los tormentos que se describen en la tela.
Crucificados hubo miles, flagelados otros tantos, pero ¿crucificados y flagelados?, ¿y además coronados de espinas?, ¿y crucificado y muerto sin que le rompieran ningún hueso?, ¿y cuyo costado haya sido atravesado después de muerto? Y como golpe de gracia en este proceso de identificación: ¿qué delincuente muerto en el suplicio de la cruz iba a ser enterrado en un sepulcro nuevo, envuelto en una tela mortuoria fina, en lugar de ser arrojado a la fosa común?
Sólo tenemos un candidato: Cristo Jesús, Aquél que, fiel a sus enseñanzas, nos demostró con hechos que no hay Amor más grande que dar la vida por sus amigos y que nos dijo “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida”.